La epopeya española de FURRO OBESO (27)

25 Name: Lost Soul : 21/04/06 13:01

Ya eran una pareja consolidada. Pasaron tres décadas. Estaban gordos, calvos y con los hombros y la espalda cubiertas de vello enrulado. Esa mañana Jimbo estaba contento: había ido a la feria con olor a orín y encontró, poco antes de llegar, unos libros mojados. Tenían imágenes muy interesantes, aunque levemente enmohecidas.
Estaba disponiendo los libros de modo que el sol de ese día los secase parcialmente al menos. Y en eso, le cayó un cascote en la capocha. Un cascote que se desprendió de un asteroide chino. Uno de los miles que se desmigajaban en la atmósfera terráquea.
Jimbo, debido a la lesión craneana ocasionada por el impacto del fragmento meteórico, perdió la facultad de hablar. Quedó AWEONAO.
Voldemort lloró.
Reflexionó. Inmóvil durante horas. Luego, tras masturbarse tristemente con unos videos de Luna Lovegood, esa estúpida y sensual muggle, alcanzó el estado "post nut clarity". En esa frecuencia (que era como el estado super saiayín ultra instinto) bebió su cerveza de manteca, a oscuras.
Días, noches, bebiendo alcohol con espuma grasosa hidrogenada. La cereveza era de margarina, no de manteca. Había inflación ahora en Hoggwarts. Pero él ya no comía. Sólo bebía.
Jimbo seguía cariñoso, aunque oligofrénico. Sus patas delanteras se quedaron inoperantes por la lesión. Quería masturbarse y no podía. Se descomodó la columna vertebral intentando una autofelación.
Voldemort lo llevó al veterinario de Gryffindor. "Ahora, las pajas, se las va a tener que hacer usted."
A la vuelta, Voldemort compró en Grido una torta helada para Jimbo. Que la devoró gustoso. Lástima que ensució toda la casa. El malogrado canguro esbozaba una sonirsa cuando Voldemort le fortaba el bolsillo de su vientre y luego, la bolsa escrotal. Hablaba en lenguas, pero en lenguas muertas. "Semper Solum", parecía decir. Le costaba mantener la erección al desmejorado canguro.
No bien eyaculó una gran cantidad de esperma marsupial, presintió lo que iba a pasar. Voldemort, también llorando, le puso la varita en la boca y bramó "¡Avada Kedabra!"

Luego del verde y terminal resplandor, la sabiola del canguro explotó en un chiquero de carne picada.
Llorando , Voldemort sepultó a Jimbo con sus propias manos escamosas, bajo el nogal de las ramas extendidas.

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